MARIO ROMOLI Y LA PUERTA ROMANA DE FLORENCIA


A finales del siglo XIX se crean, en Florencia, las vías que rodean el centro historico de la ciudad, derribando, casi totalmente, las últimas murallas medievales, las de Arnolfo di Cambio. Aún así, permanecen algunos testimonios de las puertas de entrada que formaban parte de estas murallas y que son visibles a lo largo de estas vías de circunvalación. La puerta sud, llamada “Romana” porqué está dirigida hacia esa dirección, es también la que conserva un trozo de las murallas del siglo XIV y la que nos da una idea de como era esta ciudad amurallada. Cada puerta de entrada daba la bienvenida a Florencia y era decorada con frescos, a menudo con imagenes religiosas y, a veces, con obras de artistas importantes. Por desgracia, los ejemplos que nos han llegado no son numerosos debido a un problema de conservación externa de estas obras, y a veces sucedía que se volvían a pintar algunos siglos más tarde. Puerta Romana (llamada anteriormente San Pier Gattolino, del nombre de la iglesia homonima cercana) se ha convertido en la entrada a Florencia que contiene más de una obra de arte que nos acoge: la primera y más evidente cuando se llega desde el sud es la escultura contemporanea que decora la rotonda que precede la puerta, o sea, la de Michelangelo Pistoletto con el título “Dietrofront” (1981-84). Ésta representa una mujer que sale de Florencia, hacia el futuro, pero que al mismo tiempo vuelve a entrar en la ciudad, mirando hacia el pasado; otro significado es que su alma se niega a abandonar el espléndido pasado cultural de Florencia.


En la misma puerta se encuentra una pintura al fresco con la Virgen María y santos (entre los cuales, el patrón de la ciudad, San Juan Bautista), obra del siglo XVI de Franciabigio que, probablemente, sustituía un fresco precedente del siglo XIV; entrando por la puerta, justo delante, en la fachada de un edificio que se encuentra en el cruce de las calles Romana y Serragli, contiene otra obra contemporanea: un fresco.


En este caso también se trata de un fresco que sustituye otro precedente, que era obra de Giovanni da san Giovanni, uno de los principales pintores florentinos de la primera mitad del siglo XVII, al cual el granduque Cosme II de Medici le encargó esta pintura. La obra de Giovanni da San Giovanni representaba la alegoria de Florencia sentada en un trono con, al lado, Siena y Pisa, símbolo, entonces, del Granducado de la Toscana con Florencia como ciudad principal y las otras “anexas”, ambas conquistadas por Cosme I. Esta obra, por desgracia, se deterioró con el paso del tiempo y, a un cierto punto, se arrancó del muro, aunque no sepamos dónde fue colocada exactamente porqué ya no se conserva. Una leyenda sobre este fresco explica que, mientras el artista estaba realizándolo, los florentinos, que la veían pasando por allí, lo felicitaban por su trabajo, es decir, que la obra gustaba. Giovanni, en cambio, como unica respuesta destruyó este fresco porqué no lo consideraba a la altura de su obra y creó otro de nuevo, el definitivo, hasta que se deterioró. En el 1953, el Ayuntamiento de Florencia, con Giorgio la Pira como alcalde y Pier Bargellini como promotor, lanzó un concurso para arreglar las entradas de la ciudad. Mario Romoli ganó y realizó el fresco “La Vida en Florencia” ese mismo año. La pintura tiene una composición esquemática, casi geométrica, que se relaciona con los estudios de Romoli del clasicismo italiano y, incluso, de Cezanne; la ventana del edificio se utiliza como punto que separa los dos grupos de personajes y, también, dos períodos históricos: a la derecha hay personajes ilustres de la edad media y del renacimiento como Dante, Giotto, Masaccio, Leonardo da Vinci o Lorenzo el Magnifico; a la izquierda, en cambio, los del siglo XX con el mismo Romoli, Papini, Ottone Rosai, Primo Conti, Ardengo Sofici… la cultura florentina de grande relevancia en el pasado pero que continua en el presente. En la parte superior de la ventana, los santos principales de la ciudad, la Virgen María y San Juan Bautista, dominan la escena, todavía presentes en epoca contemporanea así como lo fueron en el pasado.


Mario Romoli (1908-1978) fue un artista fiorentino aunque no se encuentre entre los más conocidos, debido probablemente a su naturaleza polémica que lo convirtió en una personalidad “incómoda”, como afirma Marco Romoli. En el 2013 se inauguró un museo dedicado a él, aunque no en su ciudad natal, sinó en Rufina. En Florencia se destacan sus pinturas que decoran la sala restaurante de la estación de Santa Maria Novella. Después de la guerra, que todo lo trastornó, su estilo cambió, como sucedió a muchos otros artistas, y se interesó más por Picasso. Una tendencia entre los artistas del siglo XX era estudiar diferentes períodos y artistas, y experimentar nuevas técnicas y temáticas: esto también lo hace Romoli que, desde Cezanne y los impresionistas, estudia también el clasicismo italiano, el abstractismo, Picasso… Entre sus representaciones se encuentran naturalezas muertas, paisajes, retratos, escenas religiosas (sobretodo hacia el final de su carrera), figuraciones simbólicas… Un artista con múltiples intereses y inquietudes, que supo enriquecer su repertorio artístico, y no sólo eso: además de sus escritos, se dedicó también a la ciencia y la tecnología, experimentando algunas invenciones (frenos para aviones, airbag para motos, motor rotativo a combustión interna…), un verdadero Leonardo da Vinci contemporáneo, la idea del artista completo del Renacimiento, que tenía que tener un conocimiento global del mundo y que permanece en el tiempo, como en su pintura que hemos visto. Recordamos, además, un evento historico-artístico importante en el cual Romoli participó: se encerró con otros dos artistas en la Torre de Arnolfo del Palazzo Vecchio para obstaculizar la exportación de cuadros de los Uffizi, algunas de las obras de la galería que tenían que ir a los Estados Unidos como parte de una exposición temporal. Los esfuerzos de estos artistas fueron recompensados y las obras permanecieron en Florencia.